sábado, 31 de agosto de 2013

Capítulo 3 - La explicación

William se despertó cuando el despertador de Chloe y Andrew sonó. Nadie se levantaba para apagarlo y la alarma cada vez era más fuerte.
-¡¡Que alguien apague ese maldito despertador!! -gritó.
Como no le hacían caso, fue él mismo a su habitación.
-¡Andrew, Chloe! -protestó.
Nadie respondía y eso era raro. William abrió la puerta y vio que las camas estaban deshechas y que su pijama estaba allí.
El corazón le empezó a latir muy rápido y empezó a sudar. Bajo rápidamente las escaleras (estuvo a punto de caerse un par de veces) y fue a la cocina. Allí no había nadie.
Fue corriendo al salón para ver si estaban en el sofá que tanto les gustaba. Pero allí tampoco había nadie.
<<Oh, no>>, pensó. <<¡No, no, no, no, no!>>.
Vio por el rabillo del ojo que el teléfono fijo estaba en su sitio (eso era muy raro) y corrió hacia él. Estaba tan preocupado que hasta le parecía que los números de las teclas no paraban de moverse. Intentó tranquilizarse un poco y, lentamente, marcó el número de teléfono de Leaw.
-¿Leaw? -preguntó, con la voz temblándole.
-¿William? ¿Qué ha pasado? ¿Ya se lo has dicho?
-¡Leaw, aquí no están! -dijo haciendo caso omiso de las palabras de Leaw. Estaba tan preocupado que los ojos se le empezaron a emborronar.
-¿Qué? -gritó Leaw-. Tranquilo, William. Intentaré encontrarlos con mis poderes. Pero me tienes que prometer que luego les contarás todo y que les contarás lo que sabes de Spelway.
-Está bien -le respondió William. Después, colgó.
Se dejó caer en el sofá que tanto le gustaba a sus hijos y empezó a pensar en Chloe y en Andrew. ¿Estarían bien? ¿Los habrían secuestrado los captura-magos?
Sin poder reprimirlo, una lágrima se deslizó por su mejilla y se tumbó para intentar dormir.


Andrew y Chloe comían una manzana cada uno a la sombra de un árbol.
Habían estado prácticamente toda la mañana caminando por la ciudad sin saber a dónde iban.
En ese momento estaban cerca del Big Ben y del Ojo de Londres. Ninguno de los sabían por qué habían ido allí exactamente.
-Andrew, ¿por qué hemos venido a un sitio tan típico? -preguntó Chloe, extrañada-. Igual los hombres esos están por aquí...
-No lo sé, yo... -Se paró a pensar. Igual su hermana lo tomaba por loco, pero con todas las cosas extrañas que estaban viviendo igual no. Cogió aire y lo soltó-: Es como si algo estuviera controlando mis piernas. Por más que lo intento, no logro frenarlas. Creo que aquí va a pasar algo... No sé el qué, pero algo -dijo frunciendo el ceño.
Chloe miró al frente. Todo estaba normal. Las personas paseando tranquilamente por la orilla del Támesis, los turistas haciendo fotos sin parar y los barcos navegando tranquilamente por el río.
Sin embargo, se calló.
Le dio el último mordisco a la manzana y se levantó para ir a tirarla. Volvió con su hermano, que observaba un punto en el horizonte. Se inclinó.
-Chloe, ¿ves eso de allí? -preguntó Andrew apoyando la mano en el hombro de su hermana.
-¿A qué te refieres? -preguntó ésta, que ni siquiera había girado la cabeza.
-La luz esa. Cada vez está más cerca.
Chloe, alarmada, esta vez sí que miró y vio que su hermano tenía razón. Se levantaron, dispuestos a avisar a la gente, pero éstas se habían parado completamente.
El aire no soplaba y las nubes del cielo habían parado de moverse. Los coches y los barcos no se movían de su sitio. La bandera de Londres que sujetaba un turista se había dejado de mover.
-¿Qué está pasando aquí? -chilló Chloe, un poco asustada.
Además, la luz estaba tan cerca que parecía que los fuese a aplastar.
Los dos hermanos se pusieron en posición para luchar. Aunque sabían que no iba a valer para nada.
La luz se paró delante de ellos y tomó la forma de una mujer de la misma edad que su padre. Ésta sonrió. Tenía melenita hasta por un poco más debajo de la barbilla, los ojos los tenía marrones y los labios pintados de rojo.
-Hola. No os asustéis, por favor. Yo no soy como los otros captura-magos del otro día. Soy amiga, bueno, era amiga de vuestra madre. ¿Me podríais acompañar hasta vuestra casa para explicaros todo lo que os pasa junto a vuestro padre? -explicó-. Perdonad, no me he presentado, me llamo Leaw.
Chloe y Andrew se miraron. No sabían qué hacer.
Al final, respondieron que vale.
-Muy bien, agarraos de las manos, nos vamos a teletransportar -dijo Leaw, dándole la mano a Chloe.
-Yo también hice eso el otro día -contó Chloe- Aunque no sé tampoco muy bien como hacerlo pero...
-Ya verás como sabrás.
Notaron el tirón en la tripa y el paisaje se difuminó antes sus ojos.
Aparecieron en la entrada de su casa.
Leaw alzó el puño, y con solo abrir la mano, la puerta se abrió.
Andrew le miraba fascinado.
-William, hola, soy Leaw, ya tengo a tus hijos -le avisó Leaw.
Al principio no se escuchó nada, pero después se escucharon pisadas corriendo.
Apareció William bajando la escalera.
-¡Andrew, Chloe! -exclamó, abrazándolos.
Después de la emotiva entrada de William, se sentaron el el sofá.
-Os voy a explicar -comenzó Leaw, frotándose las manos- Sois una especie de magos. Ahora os preguntaréis por qué. Pues, porque vuestra madre era una hechicera. Luchaba contra los captura-magos, contra unas criaturas, que ya os explicaré porque no vienen a cuento ahora. Y, en realidad, vuestra madre no falleció en un accidente, le atacaron las criaturas esas y no tuvo tiempo de defenderse.
Chloe se puso a llorar, no podía aguantar escuchar aquello.
-Lo sé, es triste querida. Bueno, y, hay una especie de mundo mágico en el que hay cuatro ciudades: Myuway; Keway; Spelway, que es donde vivo yo y Bitway. En cada una hay una academia de magos.
Vosotros, como la mayoría, ya poseéis poderes y pues iríais a aprender a controlarlos y a usarlos. Y a formaros claro, ya que para luchar tenéis que hacerlo. Y creo que os vais a tener que venir conmigo a Spelway.
William no ponía buena cara, más bien, estaba triste.
-¿Tendremos que irnos de Londres? ¿Tendremos que dejar a papá solo? -preguntó Chloe, apenada.
Leaw asintió, pero no dijo nada. Aun así, Chloe vio que estaba apenada.
-Podréis venir a visitarle cuando ya hayas aprendido a teletransportarte bien -le dijo.
Chloe se secó una lágrima que resbalaba por su mejilla y vio que Andrew hacía esfuerzos por no llorar.
Leaw, sin poder soportar por más tiempo la situación, se quitó el colgante que colgaba de su cuello. Era una amatista.
La tiró al suelo con fuerza y, al hacerlo, la piedra se rompió en mil pedazos.
Chloe ahogó un grito de horror.
Antes de que le pudiese preguntar a Leaw por qué había hecho eso, un humo violáceo empezó a salir de cada una de las piedrecitas que habían esparcidas por el suelo. Empezó a juntarse y a girar en una dirección.
Una luz violeta inundó la sala y, después, explotó.
Todos miraron en dirección al enorme portal que había delante de ellos y Leaw sonrió.
-¿Creías que la había roto, querida? No, es que el portal se abre así. Ahora le lanzo un hechizo y se vuelve a arreglar. Yo ya cruzo. Os espero al otro lado.
Leaw se paró delante del portal y, de una zancada, lo cruzó.
Los dos hermanos se giraron para mirar a su padre, que se estaba secando las lágrimas con un pañuelo. Andrew se acercó a él y le dio un largo abrazo.
-Volveremos pronto. Te lo prometo.
Se separó de él y dejó espacio para que Chloe le abrazase.
-Adiós papá -dijo y le dio un beso en la mejilla.
Los dos se volvieron hacia el portal. Se dieron la mano y se acercaron.
Se pararon a un paso de cruzar y se dieron la vuelta para despedirse por última vez de su padre.
Chloe miró también los apuntes de su amiga Anne en la mesa, esos apuntes que nunca se los podría devolver.
Le dijeron adiós con la mano y, mirando al frente, cruzaron el portal.

2 comentarios:

  1. Guauu, ha sido fantástico este cap: Primero cuando todo se paró y después la entrada a Spelway...
    Estos dos hermanos van a luchar hasta el final contra los malos. Estoy segura.
    Besitos :)

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  2. La lectora misteriosa19 de septiembre de 2013, 12:53

    Que guay, es de lo más guay que he leído. Que ganas tengo de leer el próximo capítulo y saber lo que pasa en Spelway.

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